El tipo de la foto es un ranchero canadiense llamado Jim Sautner, leyendo en el salón de su casa junto a su bisonte mascota Bailey de 725 kg de peso.
En Norteamérica los bisontes han recuperado parte de sus antaño nutridas poblaciones, debido principal y paradójicamente a que la gente se los come, y a que hay rancheros que los crían.
En 1841, antes incluso de que William Cody (más conocido como "Buffalo Bill") hubiese nacido, una ola de frío extraordinaria cubrió las praderas de Wyoming con un manto de hielo y nieve tan grueso que ni siquiera los machos de bisonte más pesados (900 kg.) pudieron romperla para llegar a la hierba y poder comer. El resultado fue que millones de bisontes perecieron, lo que supuso un duro golpe para la especie del que nunca logró recuperarse del todo.
La puntilla se la propinó el hombre, primero debido a que a partir del siglo XVIII los indígenas norteamericanos comenzaron a montar a caballo (traído al Nuevo Mundo por los conquistadores españoles), de forma que pudieron cazar bisontes de una manera mucho más eficiente de la que lo habían estado haciedo durante los 9.000 años anteriores, acechándolos a pie. La eficiencia aniquiladora sobrepasó todos los límites con la llegada de las armas de fuego y el ferrocarril a las praderas del lejano Oeste, de manera que la última cacería significativa de bisontes se produjo en 1.883.
En 1.900 había más bisontes en el Zoo del Bronx que en toda Oklahoma. Afortunadamente, los pocos que sobrevivieron fueron criados con éxito y se fueron reintroduciendo poco a poco en su hábitat natural, comenzando por el Refugio de Vida Silvestre de las Wichita Mountains.
Pero la recuperación definitiva de la especie se produjo a partir de los años 70, cuando los rancheros empezaron a criarlos para atender un incipiente mercado de carne selecta que era demandada por los pueblos indígenas americanos, los entusiastas del Viejo Oeste y los aficionados a la comida sana.
Actualmente, el 97% de la población mundial de bisontes americanos está en manos de propietarios privados. En Norteamérica viven unos 450.000 ejemplares, de los que, sólo en 2006, se sacrificaron unos 50.000 para consumo humano. Mientras que en el año 2000 sólo se mataron 17.674, aunque todavía se está muy lejos de las 90.000 cabezas de ganado que los americanos se comen cada día!!!
La carne de bisonte es más magra, más sabrosa y más sana que la normal de vacuno. Al parecer, según los estudios de mercado realizados, gusta especialmente a los consumidores masculinos, y ya hay algunas cadenas de restaurantes que se han especializado en este tipo de carne.
Los bisontes, además, son más ventajosos ambientalmente, ya que se alimentan de pastos naturales, por no adaptarse bien a la estabulación, de forma que no es preciso gastar agua, combustible, fertilizantes, ni pesticidas para el cultivo de cereales y forrajes artificiales con que alimentarlos. Hay que tener en cuenta que los bisontes se crían en cautividad, sí, pero se trata de animales salvajes que todavía no han sido domesticados del todo. Y ya hay voces puristas que, en aras de preservar la raza del auténtico bisonte salvaje, se alzan en contra de determinadas prácticas llevadas a cabo por algunos ganaderos, tales como eliminar a los animales más bravos o terminar de engordarlos cebándolos con grano o pienso, incluso están en contra de sacrificarlos por los procedimientos mecanizados habituales en los mataderos, y preferirían que se abatiesen en el campo con rifle, a la antigua usanza, de una forma menos traumática y más respetuosa con el animal, mediante el desarrollo de una normativa específica que regulase la cría y el sacrificio de estos nobles y legendarios animales.
Resuena en el sombrero: "For What It´s Worth".- Buffalo Springfield (Los Angeles, 1967).
5 comentarios:
En Madrid ya probé la carne de bisonte (y antes lo había hecho en Paraguay).
Sabrosa, pero me quedo con un buen chuletón de buey.
Por cierto, en una estancia en Paraguay paseé entre una manada de búfalos montado en mi caballo.
Lo juro.
Mmm, si encuentro la foto por casa, la escaneo y te la mando.
Y luego, por supuesto, bebimos la leche de las hembras.
Ya ves, mi vida vaquera...
¡Coño RR! No sabía esa faceta tuya de cowboy. Pon la foto en tu blog, hombre.
En Paraguay ¿seguro que eran bisontes?¿No serían búfalos acuáticos asiáticos?
En Italia se crían búfalos asiáticos, el queso mozzarela auténtico creo que es de leche de búfala.
Bueno, macho, buen finde.
Yeeeehaw!!!
Ya decía yo que RR andaba con las piernas arqueadas en plan J. Wayne.
Tus conocimientos de bisontes y búfalos son muy superiores a los míos.
Yo sólo sé que a mí me dijeron que eran búfalos, que cuando estuviéramos entre ellos procuráramos no hablar para no asustarlos, que tuviéramos las bridas bien agarradas por si había que salir por patas (las del caballo, por supuesto...)
Y no olvido los ojos con los que nos miraban.
Impresionante.
La confusió viene porque en norteamérica se les llama "Buffalos" a los bisontes, poca gente les denomina por su nombre correcto "Bison", en inglés.
Se caracterizan por tener mucho pelo en la cabeza y los hombros.
Pero lo que viste en Paraguay eran búfalos asiáticos que se crían como ganado en muchas zonas cálidas y pantanosas.
Ahora habrá que llamarte "Buffalo Rojo" (je, je).
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