El mundo está en un rápido proceso de transformación y el bosque parece estar en el cruce de todos los caminos. El cambio climático, la crisis del modelo energético, la pérdida de biodiversidad, el abandono rural.
Son muchos los sectores, ministerios y consejerías que han puesto su mirada en el bosque en busca de una solución a sus propios retos, pero, curiosa y paradójicamente, se olvidan del sector FORESTAL que es el que, de una forma lógica y natural, podría servir de nexo de unión que diese coherencia y sentido a todas las iniciativas existentes en esos diferentes sectores y políticas. Ahí está la paradoja: cuanto más importantes se hacen los bosques en la agenda política y social, más débil se hace la política forestal. Esto, que ocurre en todos los niveles de la administración, es especialmente notable en la Unión Europea, que no tiene competencias en materia forestal, pero sí en Agricultura, Desarrollo Rural, Medio Ambiente, Biodiversidad, Energía, Cambio Climático…
En cuanto a la población, en general, parece que sólo nos acordamos de los bosques cuando se producen emergencias como los incendios forestales. Pero ¿Tan diferentes son las políticas forestales de los distintos países que integran la UE que no somos capaces de ponernos de acuerdo? Es evidente que no es así, ya que ha habido varias Conferencias Ministeriales (que no sólo agrupan a los países de la UE, sino a otros muchos europeos hasta hacer un total de 44) que ya han acordado numerosas directrices en cuanto a la protección de los bosques y su gestión sostenible (Estrasburgo 1990, Helsinki 1993, Lisboa 1998, Viena 2003, Varsovia 2007).
Es cierto que una taiga de Píceas en Finlandia es muy diferente a una dehesa de Alcornoques en Extremadura, pero en todos los países se extraen y comercializan productos forestales (madera, leña, corcho, frutos, caza, etc.), en todos los países hay bosques protegidos (Parques Nacionales, Parques Naturales, Reservas de la Biosfera, etc.), en todos los países se hacen repoblaciones forestales, tanto para la obtención de productos como para la protección de suelos e infraestructuras frente a la erosión producida por aguaceros, cauces y aludes (corrección hidrológico-forestal), en todos los países hay turismo rural y todos los países son susceptibles de sufrir incendios y plagas forestales, incentivados por el cambio climático y la globalización (comercio internacional).
Pero, no sé qué pasa que, en las reuniones en las que se tienen que decidir cosas concretas, todos nos volvemos superpejigueros y empezamos a discutir que si tal indicador habría que cambiarlo, que si el plazo para alcanzar ese objetivo debería ser más largo, que si no hay dinero para financiar esto y lo de más allá, y al final todo se queda en una serie de difusas declaraciones de intenciones, sin ningún compromiso serio ni real, es decir, en “agua de borrajas” o “papel mojado”.
Si algo nos está enseñando esta crisis es que se conserva mucho mejor aquello que produce dinero y los bosques, además de bienes y servicios “intangibles” o “generales” para la sociedad, producen cosas por las que ya se paga dinero en los mercados: biomasa, biocombustibles, madera (por 1 metro cúbico de madera de roble (Quercus petraea) para la fabricación de barricas de vino de alta gama se puede llegar a pagar hasta 500 €), corcho, setas, trufas, caza, miel, frutos, turismo, etc.
En cuanto a la posible valoración y materialización de los mencionados bienes “intangibles”, las subvenciones no funcionan, serían mucho más efectivos los incentivos fiscales, fijando objetivos a medio y largo plazo, siendo generosos con las escasas gentes heroicas que viven, trabajan y generan riqueza y empleo en nuestro maltratado medio rural.
En este momento, la estrategia del perverso sistema de poderes que rige el mundo es dividir a los trabajadores, tratando de enfrentar a funcionarios con empleados de la empresa privada, autónomos y parados.
No permitamos que la vorágine burocrática nos abrume, nos maree y nos divida. Unámonos y hagamos cosas prácticas, con independencia de los poderes maquiavélicos, los bancos avariciosos y las administraciones ineptas.
Foto: Políticos en un taller de la Comisión Ministerial para la Protección de los Bosques Europeos, celebrada en la región polaca de Tuszyma (2007), más perdidos que un pulpo en un garaje.
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