miércoles, julio 06, 2011

BIOPHILIA






Un Abejaruco extendió el arcoiris de sus alas para planear sobre la charca de caldo primordial, repentinamente, se lanzó en picado para bañarse, y en el mismo instante en que su plumaje de fuego tocó el agua, ésta se transformó en lava hirviente, pero el Abejaruco, cual ave Fénix, renació de sus cenizas, salpicando en su salida con un chorro de gotas cristalinas, en cuyo seno se agitan geometrías fractales que nacen, crecen, se reproducen y mueren.

Aquel ave resplandeciente lloró una sola lágrima que contenía miles de serpientes helicoidales de ácido desoxirribonucléico, que se enroscaron en lianas de aminoácidos, para fabricar las vitaminas encerradas en un grano de grosella, en cuyo citoplasma flotan galaxias que nos infectan con el big bang del amor.

Amor a la biología, a las formas de vida que se retuercen en el detritus cósmico, formado por las corazas rotas de gigantescos escarabajos metálicos que, hace milenios, surcaron el espacio en pos del cometa portador de la primera materia orgánica que llegó a la Tierra.

Planeta azul pintado por Dalí, bola de cristal celeste y añil, recorrida en su superficie por estelas lechosas de nubes seminales que fecundan la tierra con semillas de lluvia y nieve, en copos que, poco a poco, muy despacio, van cubriendo el trineo de “Rosebud”.

Capullo de rosa que muerdo por sus espinas, mientras en mi boca rompen olas de saliva contra los acantilados de esmalte y marfil. Ráfagas de aliento vital suben y bajan por la cueva de mi garganta, susurrando sobre las húmedas y tibias paredes. Un tornado sonoro atraviesa la trompa de Eustaquio y rebota en el tambor del tímpano, al compás de la última creación sonora de Björk, “Biophilia”, amor por la vida, la tecnología más sofisticada de última generación se une a la biología eterna y ancestral, mediante extraños instrumentos y aparatos cibernéticos que, cual microscopios electrónicos y láseres quirúrgicos, son capaces de mostrarnos los secretos de la microbiología y la física cuántica, diseccionando la infinita complejidad de la vida en todas sus escalas, desde las partículas subatómicas hasta los últimos cúmulos de galaxias que se encuentran a millones de años luz de la Tierra.

Resuena en el sombrero: “Björk Berry DNA – Biophilia?”.- Björk (Reykjavik (Islandia), 2010).

Texto by Mad Hatter. Fotos tomadas de internet, con permiso de Björk y del escarabajo metálico cósmico (Aromia moschata), que vuela por ahí durante las cálidas noches de verano ¡Felices sueños!

2 comentarios:

MK dijo...

Eso es mucho más que una crítica musical.
Esos sueños de esas noches de verano.

Mad Hatter dijo...

Bueno "MK", llámalo como quieras, son sensaciones inspiradas por unas imágenes, unas músicas y unas vivencias. Desde luego, este blog es de todo menos algo encasillado y predeterminado, je, je.
Muchas gracias por el comentario y un abrazo.