La Lagarta peluda es el nombre vulgar de la oruga (larva) del lepidóptero Lymantria dispar L., una polilla (mariposa nocturna) cuyos pequeños y oscuros machos son capaces de volar grandes distancias, durante las cálidas noches estivales, para copular con las gruesas y blanquecinas hembras (ver 2ª foto), que ponen entre 200 y 500 huevos, sobre la corteza de ramas y troncos, que recubren con la pelosidad marrón anaranjada de su abdomen, formando unas costras o plastones que se van aclarando conforme pasa el tiempo (ver 3ª foto), en los que pasarán todo el otoño y el invierno.
Las orugas nacen a finales de abril y son extraordinariamente polífagas, ya que se alimentan de casi cualquier vegetal leñoso. Si bien, atacan principalmente a quercíneas (encinas, alcornoques, coscojas, quejigos y robles), pero también pueden devorar las hojas de álamos, chopos, pinos, arces, fresnos, olmos, sauces, hayas, abedules, avellanos, madroños, alisos, castaños y hasta se les ha visto sobre palmitos, palmeras, e incluso matas rastreras como la Gayuba (Arctostaphylos uva-ursi), tal y como se ve en la primera foto.
Las orugas son de color negro, al principio, muy peludas, cuando crecen cambian a un colorido general grisáceo con tubérculos dorsales de color azul oscuro en los segmentos torácicos y en el primero abdominal, siendo el resto de color rojo, saliendo de todos ellos largos pelos.
Las reproducciones masivas o pululaciones que dan lugar al fenómeno conocido como “plaga”, se producen cíclicamente cada 7 a 9 años, produciendo fuertes defoliaciones que pueden causar graves daños en la producción corchera de los alcornoques, la bellota de las encinas o la fruta de otros árboles. Por eso, para su control, mediante lucha integrada, las administraciones públicas invierten una considerable cantidad de dinero, siendo las Comunidades Autónomas que más invierten Andalucía (1.600.000 euros en años de plaga), Extremadura (400.000 euros) y Baleares (250.000 euros, aproximadamente).
Además, la Lymantria dispar suele asociarse a otros lepidópteros defoliadores como Aglaope infausta, Yponomeuta padella, Archips xylosteana, Diloba caeruleocephala, Euproctis chrysorrhoea, Operphtera brumata y Catocala sponsa, entre otros. De manera que su ataque conjunto se ve reforzado para conseguir el objetivo de estas pululaciones, que no es otro que desbordar, con la fuerza del número, a sus enemigos naturales. Parece como si estos insectos tuviesen algún sistema para comunicarse (incluso a escala intercontinental) y ponerse de acuerdo para atacar todos a la vez.
Al objeto de conocer la evolución de las poblaciones de Lymantria dispar y tratar de anticiparnos a las pululaciones cíclicas, se colocan trampas con feromona para la captura de los machos de esta especie. Dicho número de trampas se incrementa en caso de que se observe que las poblaciones aumentan, pero, aún así, en determinadas zonas, a veces se producen fuertes ataques inesperados, en cuyo caso es necesario realizar tratamientos aéreos y terrestres con insecticidas orgánicos y selectivos a base de toxinas y esporas de la bacteria parásita de orugas Bacillus thuringiensis var. kurstaki.
Este lepidóptero es autóctono en Eurasia pero, desgraciadamente, hace décadas que llegó al continente Americano, donde se le conoce como “Gypsy moth” (Polilla gitana) y produce daños aún peores que en el viejo continente, ya que es capaz de afectar a más de 500 especies de árboles y arbustos.
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