El olmo es uno de los árboles que a lo largo de la historia ha estado más próximo al hombre. La facilidad de trabajo de su madera, su flexibilidad y resistencia, y la utilidad de sus ramillas y hojas como alimento para el ganado, motivó que se plantaran multitud de olmedas a lo largo de toda la geografía europea.
El olmo ha sido siempre un árbol singular, al que con frecuencia se le han atribuido propiedades mágico-sagradas. En la Inglaterra del siglo X, un decreto del rey cristiano demuestra que los olmos eran considerados árboles mágicos; en la Francia medieval, lo hablado y negociado debajo de los olmos viejos tenía carácter de sacro-juramento; en Alemania fue famoso el olmo de Lutero, bajo el cual, según la tradición, predicó en no pocas ocasiones; en el nuevo Mundo fue famoso el olmo de Boston (Massachussets) que a mediados del siglo XVIII fue bautizado como "Árbol de la Libertad"; más recientemente, en nuestro país, uno de los olmos que ha adquirido notoriedad ha sido el olmo de Antonio Machado en Soria.
Con la fibrosa corteza del olmo se han fabricado ropas y cuerdas. Su madera, resistente al rozamiento e inmutable con la humedad, ha sido la preferida para construir los ejes y las ruedas de los carros, así como para los sistemas de canalización del agua de riego. En la viticultura italiana, fue muy habitual el uso de los olmos como soporte de las vides, mediante lo que se llamaba "maridar a la vid con el olmo". Este dicho fue desarrollado por poetas como Virgilio y Catullus en una metáfora para las parejas en general: "El hombre/el olmo es fuerte y derecho, pero por sí mismo es estéril y no da ningún fruto aprovechable; la mujer/la vid, al contrario, es débil, sola tiene que arrastrarse por el suelo, donde su fruto se descompone y se echa a perder. Pero unidos en la pareja crecerán ambos en la luz y juntos reunirán frutos maravillosos". Esta parábola se ha acreditado en los siguientes 2.000 años, una y otra vez, en la literatura. La Adriana de Shakespeare, que desea que su esposo retorne al hogar, se dirige a éste en los siguientes términos: "Vos sois un olmo, mi señor esposo, yo la vid". En este período el motivo "olmo y vid" fue, como alegoría de la pareja leal y fecunda, contrapuesto al motivo "árbol y hiedra". Este último respondía a sexo vehemente pero estéril (Demetz, 1958).
Pues resulta que junto a una viña próxima al pueblo riojalteño de Ábalos, en la comarca de la Sonsierra, subsiste casi milagrosamente una olmeda (primera foto) de la especie Ulmus minor var. minor, compuesta por unos 50 árboles de entre 12 y 14 metros de altura, con un diámetro de 30 a 60 cm. y cubiertos casi todos ellos por una abundante y espesa hiedra (Hedera helix).
El Olmo común (Ulmus minor), se caracteriza porque en la corteza de sus ramillas aparecen con frecuencia unas costillas suberosas (ver segunda foto), a modo de contrafuertes.
Lo de milagrosamente viene a cuento porque muchas especies de olmos en todo el mundo están siendo diezmados por la enfermedad de la grafiosis, causada por el hongo Ophiostoma novo-ulmi. Esta cepa agresiva o nueva estirpe del hongo, llegó a España en 1980, concretamente fue detectada por primera vez en San Sebastián (Robredo, 1980), y un año después se localizaron focos en Aracena (Huelva) y en Madrid. A partir de ahí, la enfermedad afectó a todas las regiones de un modo casi general, produciendo la desaparición de casi todas las olmedas y de multitud de ejemplares que adornaban plazas, paseos, parques y jardines de pueblos y ciudades.
Aún recuerdo la profunda impresión que me causó, cuando de niño acudí con mis padres a visitar los jardines del Palacio Real de Aranjuez, y paseamos por la grandiosa olmeda que ocupaba gran parte del jardín, caminando entre majestuosos olmos que elevaban sus troncos hacia el cielo como si fuesen las columnas de una catedral.
Aguas arriba de Aranjuez, en la vega del río Manzanares, próxima al río Jarama, se conservan todavía algunas bellas olmedas como la de la Casa Eulogio, que han resistido al paso de la enfermedad.
Unos pocos olmos de la mencionada olmeda de Ábalos presentan síntomas de grafiosis, es probable que la llegada de la enfermedad se haya visto dificultada por los tratamientos fitosanitarios realizados en la viña colindante o por la abundante cobertura de la hiedra. Si bien, tampoco hay que descartar que estos olmos tengan cierto grado de resistencia a la enfermedad.
Para ser sinceros y por fortuna, la grafiosis no elimina totalmente los árboles, la mayoría de ellos vuelven a rebrotar desde sus raíces y cepas, pero cuando los renuevos alcanzan el porte arbóreo resultan atractivos para los insectos vectores del hongo (escolítidos del género Scolytus), que vuelven a introducir el hongo en los vasos del árbol, produciendo su rápido secado y el ciclo vuelve a empezar, no sabemos a ciencia cierta hasta cuando seguirán brotando estas centenarias raíces y cepas.
En la Península Ibérica, además del Olmo común (Ulmus minor), en las zonas más húmedas y frescas de las montañas y del norte, habita el Olmo de montaña (Ulmus glabra), uno de cuyos ejemplares más viejos que se conocen en Europa, con más de 400 años y el tronco hueco, es el que aún se yergue junto a la iglesia del pueblo camerano de El Rasillo (tercera foto).
Gran parte del texto ha sido extraído del libro: "Los Olmos Ibéricos, conservación y mejora frente a la grafiosis", publicado por el Ministerio de Medio Ambiente en el año 2000, con los editores Luis Gil, Alejandro Solla y Salustiano Iglesias; así como del artículo publicado hace poco por el compañero Jesús Laría sobre el Olmo centenario de El Rasillo.
3 comentarios:
Pues si vieras lo mal que están ahora los jardines de Aranjuez, nos llevamos un chasco el año pasado que llevamos a los niños con toda la ilusión y bufff.Qué pena.
Muy interesante el post.
Vaya, sí que es una pena.
Está visto que lo que no mejora, empeora.
Gracias "Wood", un abrazo.
Si...justo lo que me pasa a mi :)
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