lunes, agosto 07, 2017

TRANSMISIÓN DE IDEAS VS SEDUCCIÓN



Algunos antropólogos postulan que el desarrollo del lenguaje y de la música en el ser humano tiene ciertas similitudes con la forma en la que evolucionó el canto de las aves. Se originó como una forma de señalización del territorio, autoproclamación identitaria, demostración de fuerza, destreza y vigor, todo ello en relación con el cortejo o ritual de apareamiento. Posteriormente, también se utilizó como una forma de comunicar información de una índole más variada, quizás con unas finalidades más altruistas y solidarias, en relación a los demás congéneres, tales como: alarma o aviso de un peligro, abundancia de alimento, cohesión de los integrantes del bando, etc. Si bien, podría entenderse que la finalidad inicial, relacionada directamente con la selección natural de los mejores, para que sean éstos quienes pasen sus genes a la siguiente generación, es algo que, igualmente, va en beneficio del conjunto de la especie.

Pero claro, cuando hablamos de seres humanos el concepto de lo que se considera “natural” no es tan sencillo y depende de numerosos factores, ya que lo humano, por definición, siempre está impregnado de cierta “artificialidad”. Lo que quiero decir o preguntarme es ¿Cuál es la finalidad fundamental de nuestros actos? ¿Hasta qué punto hacemos las cosas por sí mismas, porque consideramos que es lo mejor (para el grupo?), o las hacemos principalmente para nuestro lucimiento personal, para seducir a los demás, ya sea consciente o inconscientemente?

Es evidente (por redundante) que todos nos sentimos atraídos por lo atractivo, pero la palabra “atracción” se diferencia de la “seducción” en un sutil matiz que tiene algo que ver con las palabras “engaño” y “embelesamiento”, es decir, tiene una cierta connotación negativa.

Hay que ser justos, sinceros y realistas, es perfectamente lícito, lógico y normal que nuestras buenas obras e ideas sean reconocidas e incluso elogiadas y premiadas, en eso se basan las retribuciones por los denominados “derechos de autor”, no tiene por qué haber nada malo en ello, salvo que traspasemos la raya moral delimitada por la dependencia, la exigencia y los reproches, es decir cuando nos veamos dominados o esclavizados por el “ego”. Tan negativo es un descontrolado egocentrismo y autobombo, como caer en una falsa modestia, o el tratar de aparentar ser lo que no somos.

Está muy bien autovalorarse y saberse vender, aunque, a veces, la línea que lo separa de la publicidad engañosa, puede ser muy fina.

Otra pregunta que me surge es la siguiente: Si en la Naturaleza todo está encaminado a la selección de los mejores ¿Por qué, tras varios milenios de evolución humana, no vivimos en un mundo perfecto? ¿Por qué algunos tipos de mal o determinados personajes malvados nos resultan atractivos?

La atracción que sentimos por el mal es un síntoma de que determinadas formas de mal, de negatividad y de descontrol del “ego” han tenido éxito en el mundo, y lo exitoso atrae.

Por lo tanto, al final, lo importante no es lo que nos motiva a actuar, sino que, sea cual sea la razón que nos mueve a hacer cosas, vayamos siempre en la dirección de reforzar lo positivo, los valores más nobles, lo que nos une en lugar de lo que nos separa, el bien común.

Todo este razonamiento ha sido motivado tras escuchar dos canciones en la radio, mientras conducía, a cargo de dos atractivas voces femeninas y plantearme la pregunta ¿Cuál será la voz femenina más sexy de cuantas ha habido en la historia de la música popular? Dichas canciones que resuenan hoy en el sombrero, son estas:

Est ce que tu le sais” de Sylvie Vartan (París, 1962), versión del “What´d I Say” del gran Ray Charles.

Vestido de bolero” de Nana Caymmi (Río de Janeiro, 1997).

Sí, ya sé que es un poco tópico que estén cantadas en francés y en brasileiro, y quizás tampoco es casualidad que ambas intérpretes hayan estado casadas con sendas estrellas de la talla de Johnny Hallyday (en la foto de arriba junto a Sylvie) y Giberto Gil, respectivamente.

¿Qué otras cantantes se os ocurrirían a vosotros?

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