En el año 23 a. d.
C., Horacio escribió en sus “Odas” sobre el concepto poético de “áurea
mediocritas” (dorado término medio, dorada medianía o moderación), una
expresión latina que alude a la pretensión de alcanzar un deseado punto medio
entre los extremos, un estado ideal alejado de cualquier exceso, mediante la
justa medida de los términos opuestos, una especie de “nirvana” del hedonismo
epicúreo, basado en conformarse con lo que se tiene y no dejarse llevar por las
emociones desproporcionadas.
Sin embargo, paradójicamente,
el hedonismo materialista, fomentado por el consumismo y el capitalismo
actuales, parece llevarnos hacia un creciente desequilibrio consistente en una
cierta “mediocrecracia” o el poder de los mediocres.
El afán por
abaratar costes fomenta que se oferten al mercado productos mediocres de baja
calidad, con los que parece conformarse una mayoría de la población, con la
excepción de las elites privilegiadas, lo que conduce a una progresiva
desigualdad social, ya que la inmensa mayoría de la población tiende a
igualarse por abajo, mientras que los más ricos cada vez exigen caprichos más
caros, selectos y exclusivos.
Todo se convierte
en un producto de consumo, incluida la educación, el deporte, el arte, las
carreras profesionales y la política. La oratoria y la dialéctica se han
transformado en verborrea y demagogia, la democracia deriva hacia el populismo.
El rigor y la razón han dejado paso a la inmediatez y la opinión de cada
momento, más o menos dirigida por el albur de las modas, los gustos, las
tendencias, lo “políticamente correcto”, las emociones en su concepción más
superficial, variable y volátil. Una inmediatez de las emociones y los impulsos
a la que nos hemos hecho dependientes, y no sólo de los típicos placeres
mundanos, sino que incluso hay personas que se han hecho adictas a la
indignación y al victimismo.
Hemos perdido
virtudes como la paciencia, la serenidad y la reflexión que nos conducen a la
verdadera sabiduría ¿Por qué?
La causa hay que
buscarla en que nos hemos alejado de nuestro “verdadero ser”, hemos caído en el
autoengaño del “ego”, porque el capitalismo y la sociedad actual se basa fundamentalmente en la
continua y desmedida alimentación de nuestros egos que crecen y crecen sin
parar hasta que, inevitablemente, terminan chocando entre sí y con la realidad
de la Naturaleza, tanto la del mundo en el que vivimos como con nuestra propia
naturaleza humana, porque en realidad no somos así, no somos esos “niños
pijos”, exigentes, intransigentes, llorones y quejitas, somos seres luminosos,
con una enorme capacidad de raciocinio, de amor y de colaboración para
autorrealizarnos y para realizar acciones (pequeñas, medianas y grandes) que
realmente mejoren el mundo ¡Disfrutemos y aprovechemos todo nuestro potencial
humano!
Resuena en
el sombrero: “Human”.- The Human
League (Sheffield (UK), 1986).
“Ni más ni
menos”, así se rotulan los platos de la balanza que pesan pecados y virtudes en
el cuadro “Finis Gloriae Mundi” (arriba) que pintó Juan de Valdés Leal para el Hospital
de la Caridad de Sevilla en 1672.
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