Uno de los recuerdos más entrañables que conservo de quien fuera ilustre Catedrático de Botánica en la Escuela Superior de Ingenieros de Montes de Madrid, el Profesor Juan Ruiz de la Torre, es cuando nos contaba anécdotas sobre plantas raras que encontraba en sus interminables paseos por las sierras de media España, y, con ese gracejo andaluz tan característico, nos decía: “… y allí estaba, to recomío por lajh cabraaajh…”. Esta frase o coletilla, aparentemente tan trivial, da una idea muy acertada, intuitiva y significativa del secular predominio que ha tenido y aún tiene, en algunas zonas de nuestro país, la tradición ganadera y pastoril, a costa de nuestra maltrecha y sufrida flora.
Resulta evidente que, en un territorio que lleva siendo poblado por el ser humano desde tiempos prehistóricos y que ha sido habitado, atravesado e invadido por tantas culturas, como es la Península Ibérica, sus bosques y la vegetación silvestre, en general, ha sufrido lo indecible durante milenios, sucumbiendo al diente del ganado, al filo del hacha, a las llamas del fuego, a la cadena de la motosierra y a las palas de la maquinaria moderna.
Hoy en día, se supone que tenemos un mayor cuidado, sensibilidad y respeto por nuestro patrimonio natural, sin embargo muchos montes mantienen una carga de herbívoros, ya sea ganado y/o fauna silvestre (conejos, cérvidos, jabalís, cabras monteses, rebecos, etc.), que resulta excesiva para permitir la correcta regeneración de muchas especies de plantas.
Uno de los árboles que más está sufriendo esta presión es el Tejo (Taxus baccata), ya que, pese a la toxicidad de su follaje para las personas y muchos animales, este árbol es muy buscado y ramoneado por cérvidos, cabras y vacas, lo que unido a la lenta y difícil germinación de sus semillas y a su lento crecimiento, está produciendo un progresivo enrarecimiento de la especie y un envejecimiento de sus poblaciones.
Esta primitiva especie de conífera, cuyos frutos simulan el aspecto de bayas, al estar sus semillas rodeadas por un arilo carnoso de color rojo (única parte comestible de este árbol), con el fin de que sean ingeridos por los pájaros para que dispersen sus semillas junto con los excrementos (ornitocoria), es muy utilizada en jardinería, siendo especialmente apropiada para la conformación de setos recortados con formas caprichosas, debido a su gran tolerancia a la poda. Una poda que, en el medio natural, es realizada por los dientes de los herbívoros que devoran sus brotes una y otra vez, impidiendo un correcto desarrollo de los árboles, que acaban convirtiéndose en auténticos bonsáis (ver cuarta foto).
Si, en vuestros paseos por los montes, alguna vez os encontráis con este tipo de árboles-repollo enanos, podéis colaborar en la conservación de nuestros escasos tejos, rodeándolos con ramas de arbustos espinosos u otros árboles que encontréis en las proximidades, al objeto de impedir o dificultar el acceso de los grandes herbívoros al follaje de estos legendarios árboles.
Otro consejo naturalista-conservacionista: Si veis setas raras, también con aspecto de repollo de vivos colores, esponja o coral, como las de las tres primeras fotos (Hericium coralloides, Hericium erinaceus y Ramaria flavescens), no las arranquéis ni cojáis para comerlas, ya que existen muchas especies muy parecidas y difíciles de diferenciar que resultan purgantes o tóxicas y que, además, también son muy raras. Por lo que es mejor no arriesgarse a comerlas, sino limitarse a disfrutar de su contemplación, sacarles una foto y permitir que sigan creciendo y esporulando durante su breve y efímera fructificación, al objeto de que puedan seguir viviendo en el suelo de nuestros bosques, donde realizan la importante labor de descomponer los restos leñosos, con lo que, además de garantizar el correcto funcionamiento de los ecosistemas y la conservación de su biodiversidad, disminuyen la carga de combustibles secos, susceptibles de alimentar los dañinos incendios forestales.
Este asunto de los ramajes y el ramoneo, no es que haya sido muy tratado por el rock´n´roll, salvo honrosas excepciones como estas:
Resuena en el sombrero: “I don´t want to grow up”, “She talks to rainbows”.- The Ramones (Queens (New York), 90´s) y “Rama Lama Ding Dong”.- The Edsels (USA, 1957).
Fotos 2, 3 y 4 by Mad Hatter.
¡Feliz día del medio ambiente! (Que es mañana).
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