Fernando Vallespín, Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid, ha escrito el libro: “La mentira os hará libres. Realidad y ficción en la democracia”. En una entrevista que he escuchado en la radio, el autor explica algunos conceptos que me parecen interesantes (no es una trascripción literal, sino un resumen de lo que he sacado en claro):
1º) La democracia está basada en la hipótesis de que no existe una única verdad absoluta y objetiva, por lo que debe elegirse, por mayoría, entre las distintas alternativas posibles.
2º) La soberanía consiste en la capacidad de decidir la forma en la que queremos organizarnos, vivir y convivir.
3º) La política está basada en presentar la realidad a los ciudadanos de manera que encaje con los planteamientos que se proponen, por lo que muchas veces se manipula la verdad hasta el extremo de llegar a la mentira.
4º) El hecho de que todos tengamos derecho a expresar nuestra opinión sobre cualquier cosa, ha conducido a que se confundan “opiniones” con “gustos”. La diferencia es que un “gusto” no hace falta argumentarlo, mientras que las opiniones deberían estar argumentadas y basadas en un conocimiento lo más acertado y ajustado a la realizad que sea posible.
La democracia nació en Grecia, cuando los ciudadanos de la “polis”, considerándose libres e iguales, decidieron organizarse y ponerse de acuerdo para tomar las decisiones y establecer las normas que rigieran su sociedad. Evidentemente, ahora ya no hay “polis” (ciudades Estado), sino que vivimos en un mundo globalizado, en el que muchas cosas nos vienen impuestas por poderes supranacionales (Unión Europea) y por poderes fácticos (mercado, sistema financiero mundial).
Curiosamente, ha sido Grecia uno de los primeros países de las democracias occidentales que está sufriendo las consecuencias de lo mal que está envejeciendo la democracia, debido a que no se está adaptando a la realidad del momento actual, a la globalización y a las posibilidades de comunicación que nos brindan internet y las redes sociales.
Estos medios de comunicación tan rápidos e instantáneos, capaces de desenmascarar mentiras o “medias verdades” de manera masiva y en muy poco tiempo, sin embargo, no están siendo suficientes, por sí mismos, para cambiar el sistema socio-político-económico imperante. El motivo es que nuestra sociedad es tan compleja que es difícilmente gobernable, somos una suma de puntos de vista diferentes y subjetivos, una suma de intereses parciales que conviven como pueden, las más de las veces pugnando entre sí por prevalecer los uno sobre los otros.
En lo referente al saber o al conocimiento, éste está dominado por la ciencia y por los especialistas en las diferentes materias, de manera que los árboles no nos dejan ver el bosque, faltan “generalistas” con una visión global, que traten de ser lo más objetivos que sea posible y que fomenten un espíritu de colaboración y ayuda mutua entre las personas.
La democracia es un viejo edificio que debe cambiar sus estructuras si quiere sobrevivir y adaptarse a los nuevos tiempos. En caso contrario, será sustituida por la dictadura de la ciencia, la técnica y la economía, en el mejor de los casos. Vallespín pone el ejemplo de que el piloto de un avión no somete a votación entre los pasajeros la forma en la que debe aterrizar, sino que se limita a aplicar una técnica establecida y aceptada como cierta y óptima.
Hasta ahora ha existido un acuerdo tácito entre el pueblo y los políticos, de manera que el pueblo vota a sus representantes, otorgándoles el poder de hacer leyes y formar gobiernos, a cambio de una serie de servicios y comodidades que percibimos. Con la crisis, muchos de estos servicios y comodidades han dejado de poder ser suministrados a la población, por lo que ésta se ha parado y está empezando a plantearse: “Un momento, entonces… ¿Para qué nos sirven los políticos?” Y se empieza a hablar de que si sería mejor un equipo de gestores profesionales (“tecnócratas”), de que para qué tanta Comunidad Autónoma y Estados, si luego quien manda es la UE, etc.
No permitamos que la democracia se convierta en el imperio de la mentira, seamos sinceros, digamos la verdad, que no cuesta tanto ¿No?
Resuena en el sombrero: “Tell the Truth”.- The Walker Brothers (Los Ángeles (California), 1965, en la foto de arriba), en la versión que hicieron los “Fabulous Flippers” (Lawrence (Kansas), 1965) para la película “The Harlem Shuffle”, rodada en Nueva York.
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