El mundo forestal siempre se ha caracterizado por un peculiar concepto del tiempo, ya que los ecosistemas forestales funcionan a unas escalas muy diferentes a las que estamos acostumbrados los seres humanos.
Por un lado, los ecosistemas forestales funcionan en períodos que se miden en siglos o incluso en miles de años, teniendo en cuenta algunos de sus elementos principales como son los árboles, la madera muerta y el suelo.
Los ecosistemas forestales, es decir los diversos mosaicos o cadenas evolutivas que constituyen el paisaje forestal y que está formado básicamente por roquedos, pastos, matorrales y bosques más o menos maduros, son sistemas dinámicos, es decir cambian con el tiempo. Mucha gente me pregunta ¿No os aburrís de ir siempre a los mismos montes? –Y yo les contesto que cada vez que voy a un monte, nunca es igual que la última vez que estuve allí, siempre hay algo distinto, algo que cambia, alguna sorpresa. Y es que a pesar de la escala milenaria a la que funcionan estos paisajes, lo cierto es que el monte cambia a cada hora que pasa.
Los aficionados a las setas (micología) sabemos perfectamente que estar en el sitio adecuado, en el momento oportuno, es fundamental para poder coger los hongos más apreciados. Sí, el pinar y el robledal pueden llevar aquí varios siglos, pero la Amanita cesarea sólo fructifica aproximadamente cada cuatro años, a finales de septiembre o principios de octubre, cuando se ha dado un determinado régimen de precipitaciones y temperaturas durante la primavera y el verano.
Y lo mismo sucede con otros recursos y seres vivos del bosque, por ejemplo, los colibríes de los bosques americanos realizan unos itinerarios perfectamente sincronizados con la floración y la producción de néctar de sus plantas nutricias, de forma que llegan a cada flor en el momento exacto en el que pueden libar la máxima cantidad de néctar.
Sin embargo, las personas y nuestros sistemas socio-políticos no tenemos la paciencia ni la continuidad necesarias para gestionar y aprovechar nuestros montes de manera óptima. Y tampoco solemos tener el cuidado, la atención, ni la dedicación suficientes como para disfrutar y aprovechar todos los recursos y momentos mágicos que nos ofrece el monte.
Resuena en el sombrero: "Time is on my side" de los Rolling Stones en la versión que hicieron Los Mockers en 1986.
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