domingo, enero 24, 2021

DECADENCIA URBANA

Hace unas semanas, un grupo de expertos debatía, en el programa de TV “Cuarto Milenio”, sobre el futuro de las ciudades, a raíz de la pandemia mundial, ya que se está viendo que es complicado mantener una buena salud en las grandes concentraciones humanas. Sin embargo, la conclusión fue unánime, a pesar de todo la inmensa mayoría de las personas vivirán en ciudades cada vez más grandes, siendo una minoría quienes elijan vivir en el campo o poblando el cada vez más vació y desierto “mundo rural”.

Quizás sea inevitable que la mayoría de la gente prefiera vivir en ciudades, pero pienso y deseo que, tarde o temprano, habrá que sacar leyes que limiten el crecimiento y el tamaño de las “megaurbes”, porque éstas terminan resultando inhabitables para una mayoría de ciudadanos.

Yo me crié en la gran ciudad de Madrid, cuando era niño, a primeros de los 70, justo después del “desarrollismo” experimentado en los 60, vivir en una gran ciudad era lo más moderno y lo más deseado para millones de personas, que abandonaron sus pueblos natales en busca de trabajo, cultura, diversión y ocio, huyendo del duro trabajo del campo y de la imagen del “cateto” o “paleto” inculto y con la boina ceñida en la cabeza, a la que tanto debe el humor de Fernando Esteso o Marianico “el Corto”.

Con el transcurso de los años, muchos problemas propios de la gran urbe han ido en aumento: tráfico rodado, tiempo que pasamos en los transportes, atascos, contaminación, ruido, basuras, desigualdad social.

En estos últimos días, se han producido algunos hechos que los han puesto aún más de manifiesto: El enorme barrio ilegal o alegal de la “Cañada Real”, con personas muriendo de frío por no disponer de fluido eléctrico. La gran nevada histórica que trajo la borrasca “Filomena”, seguida de temperaturas gélidas que impidieron que la nieve se derritiese y propició que ésta se transformase en hielo, así como la caída de innumerables árboles en las calles, parques y jardines, impidieron el servicio de recogida de basura, por lo que ésta se acumuló en las calles, atrayendo a multitud de ratas, conformando un sórdido paisaje “tercermundista” (ver foto de arriba).

En el ámbito cultural y musical, a finales de los 70 y principios de los 80, mucha gente pasó del “Pasodoble” y la “Jota” al “Rock urbano y a la “Movida madrileña”. Un claro ejemplo de estos cambios y tensiones culturales e incluso raciales, se encarna en la persona del gran Antonio Flores, un gitano de ilustre familia de artistas que no logró encajar en las costumbres de su raza, pero tampoco en el mundo de los “payos, si a eso le añadimos la gran trampa de las drogas en la que multitud de jóvenes quedaron atrapados durante aquellos años, su final llegó poco después del de su madre, la inolvidable Lola Flores.

Sí, hoy también “la muerte sigue viajando en ambulancias blancas”.

Resuena en el sombrero: “Pongamos que hablo de Madrid”.- Antonio Flores (Madrid, 1994)

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