“Cuando tienes 15 años te planteas el dilema de para dónde tirar. Un amigo te dice “Kortatu”, otro te dice “Dire Staits”, y tú ahí en medio, decides que lo mejor es irte a comprar un pedal. Fui a la tienda y le dije al dependiente “Quiero un pedal que tenga mitad de “Kortatu” y mitad “Dire Straits””, así textual. El dependiente se quedó pensativo y al final me trajo un pedal redondo que ponía “Fuzz”. Sin saberlo, me acababa de marcar el camino, ni “Kortatu” ni “Dire Straits”, sino los putos “Sonics””.
Esto dijo, Fernando Pardo, excelso guitarrista y fundador de los
“Sex
Museum”, siempre tan simpático y locuaz, esta vez en el concierto
que la banda dio en la sala “Biribay” de Logroño, el pasado 13
de febrero, mientras empuñaba una guitarra Gibson SG, como la de
Angus Young (AC/DC), prosiguió su presentación del
“Have Love Will Travel” con estas palabras: “Una guitarra
eléctrica suena así (acordes iniciales del clásico de los
“Sonics”)... Muy bien ¿No?, pero cuando piso el
“Fuzz” suena así....”
Pero los “Sex Museum”, al contrario
de lo sucedido con otros grupos de la onda garajera, no se quedaron anclados en el “Fuzz”, sino que
prosiguieron su búsqueda de la “suprema intensidad sonora”,
incorporando aparatos y avances tecnológicos (como el secuenciador
que Marta lleva acoplado a su “Hammond”), si bien es evidente que
no son una banda de tecno ni música electrónica, lo suyo es el
ROCK elevado a su máxima potencia: guitarra (Fernando), teclados
(Marta Ruiz), bajo (Javi Vacas), batería (Loza) y voz (Miguel Pardo),
dándolo todo sobre el escenario.
Obsesionados por los sonidos intensos y
tralleros, a veces puede dar la impresión de que están pasados de
rosca, el sonido llega a ser atronador. Si bien, en este último
concierto he notado una mayor recurrencia a bellos y delicados
preludios psicodélicos, en los que Miguel danza serpenteando con su
cuerpo y sus brazos, Marta se sienta en el taburete y acaricia las
teclas de su Hammond con suavidad, mientras que Fernando reposa su
lánguida melena sobre la guitarra deleitándonos con sutiles filigranas,
pero no os hagáis muchas ilusiones, enseguida Marta se levanta y
pone esa cara de satisfacción, entre pícara y sádica, para
avalanzarse con rabia sobre el teclado y volver a menear su rubia melena, dando un
fogonazo eléctrico que es como el pistoletazo de salida que pone en marcha al resto de la banda que
vuelve a meter tralla a tope.
En cualquier caso, se aprecia en todo
momento que lo que esta gente hace es MÚSICA, repleta de ritmos,
contraritmos, armonías, riffs, acordes, punteos e innumerables
efectos, ambientes y matices, perfectamente engrasados con una gran coordinación,
profesionalidad y solidez.
La amalgama de influencias llega a
rozar lo inverosimil cuando se les ocurrió la genial idea de mezclar
el “Smoke on the Water” de Deep Purple con el “Fight for your
right to party” de los Beastie Boys, en lo que ellos denominan
“Smoke on the Party”.
Desgranaron algunos de los mejores
temas de su larga carrera de 30 años, con alguna versión en homenaje a
algunos de sus ídolos como The Dictators, o la que
hacen del “Unidos” de Parálisis Permanente, un hito musical que refleja mejor que ningún otro la confluencia y la hermandad
existente en el seno de la “gran familia del Rock”. Un concepto
que también se trasluce en el libro “Los Chicos Eléctricos”,
escrito por Fernando Pardo y publicado en 2013, uno de cuyos
ejemplares me firmo y dedicó cariñosamente el propio autor, al
terminar el concierto. Efectivamente, da igual de dónde provengamos
cada uno, mods, rockers, punks, postmodernos, unos através del
garaje, otros a través de los Cramps o de Link Wray, en el fondo todos buscamos lo mismo: vivir intensamente
siendo coherentes con nosotros mismos y pasándolo lo mejor posible.
La guinda del concierto la puso la
última canción del bis, cuando se puso a girar la bola de espejos
efecto discoteca y los Sex Museum tocaron una versión del
“Danger! High Voltage”
de los Electric Six, reforzado con el claro mensaje de Fernando: “Los
más auténticos son los que bailan!” (Que tiemble la “Dance
Music”!!!).
Al terminar el concierto, entré en el
camerino para felicitarles y me encontré a Fernando descalzándose:
“Estos botines son los mismos que llevaba en el 84!!” (ver 2ª
foto). Tras un rato de agradable charla y de recordar los viejos
tiempos, me despedí, una vez más, de estos buenos y entrañables
amigos ¡Salud y seguid sorprendiéndonos, tan vivos y genuinos como
siempre!
Resuena en el sombrero:
“I'm moving”.- Sex
Museum (Malasaña (Madrid), 1989).
4 comentarios:
Me ha encantado tu crónica
Muchas gracias "anónimo".
Excelente descripción de lo que supone la experiencia de estar en un concierto de Sex Museum. Una banda que está en todo lo alto y una gente de cojonuda. Larga vida!!!!!!
Muchas gracias Ángel. Cierto, además de buenos músicos son buena gente ¡Larga Vida!!!
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