Tras los resultados de las elecciones catalanas, he hecho un esfuerzo por ponerme en la piel de un independentista, para tratar de comprender su lógica y su punto de vista, porque, si bien me considero incapaz de entender los planteamientos y la verborrea del Sr. Mas, la postura de la CUP me parece que podría tener cierta lógica, sobre todo después de haber escuchado en “La Sexta”, el pasado 1 de octubre, la entrevista que le hicieron el Gran Wyoming y Sandra Sabatés (“El Intermedio”) a Antonio Baños (CUP).
Uno de los lemas
del ecologismo es “piensa globalmente, actúa localmente”, entendiendo que es
lógico y conveniente empezar a actuar por lo más cercano y por lo que más y
mejor se conoce, tanto la gente (recursos humanos), como la tierra y el paisaje
(recursos naturales). Entiendo, por tanto, y me parece plausible y loable, que
en la CUP se engloben numerosos activistas de movimientos sociales y proyectos
de variada índole, encaminados a resolver problemas reales y concretos de las
personas a nivel local, favoreciendo la participación ciudadana y el trabajo
colaborativo en equipo. Me resulta fácil de entender que dichas actividades y
la convivencia diaria generen sentimientos de apego a la tierra y amor por tus
conciudadanos más próximos, lo cual (supongo) constituye el germen del
sentimiento independentista.
Ahora bien ¿Qué
pasa con la primera parte del lema, lo de “piensa globalmente”? Pues lo explicó
muy bien Antonio Baños diciendo que la forma más eficaz que ven para cambiar el
sistema capitalista, injusto e inhumano, al que nos ha conducido la evolución
histórica del mundo occidental, es mediante la ruptura de los actuales Estados
y sus estructuras supranacionales (UE, OTAN). Incluso, aclaró, que su
separatismo no es identitario, sino soberanista (en el sentido de favorecer la
participación ciudadana y que sea el pueblo quien tome las decisiones),
“proletario” y con la vista puesta en el exterior, en el mundo, ya que ellos se
consideran parte de un movimiento INTERNACIONAL (entre naciones). Es decir,
visto de esta forma, la independencia de un determinado territorio sería una
herramienta o un medio, no un fin en sí misma (como parece ser el caso de
“Junts pel si”). Preguntado por Wyoming: “De quién se siente más cercano, de un
jornalero extremeño o de un empresario catalán?” El Sr. Baños contestó que: “Sin
duda, del jornalero extremeño”.
Por contra, el
Sr. Mas tiene como prioridades la identidad nacional catalana y la creación de
una justicia catalana, sobre todo para salir de rositas de su más que dudoso
papel (ya sea por acción o por omisión) en el famoso 3% de comisión, y en el
caso Pujol.
Osea, una vez
más, se demuestra que la realidad suele ser mucho más compleja que las
simplificaciones mentales a las que tendemos. Lo cierto es que hay varios tipos
de separatismos, al menos hay dos muy claramente diferenciados, lo que explica
por qué la CUP no quiso formar parte de la coalición “Junts pel si”.
No tiene ningún
sentido darle mayor importancia al recipiente que al contenido, al territorio
que a las políticas. Hacer política centrándose en un pequeño territorio tiene
un interés similar al que tendría escribir un libro que versase sobre la importancia del
papel con el que están hechas sus páginas. Cuando uno ve la amalgama de
partidos que engloba ese engendro llamado “Junts pel si”, resulta claro y
evidente que la prioridad total y absoluta para ellos es la independencia de un
territorio, Cataluña, luego… ya veremos cómo la gestionamos y gobernamos.
Hay quien dirá:
“Bueno, no sólo es el territorio, lo verdaderamente importante son las personas,
es el pueblo catalán”. Pero, no nos engañemos, el pueblo catalán es tan
parecido y tiene tantos y tan profundos vínculos con el resto del pueblo
español, que empeñarse en diferenciarlos y poner fronteras me parece una
tremenda falacia.
Otro de los argumentos
en los que se basa la CUP y que no está carente de cierta lógica, es que
siempre se ha dicho que la mejor forma de resolver un problema grande y
complejo es dividirlo en trozos más pequeños, de forma que se van bajando
escalones de la manera siguiente: “El mundo es inabordable y demasiado
complicado, Europa sigue siendo tremendamente diversa y compleja, España
también se las trae, por lo tanto vamos a ver si a una escala regional,
autonómica o de la nación catalana somos capaces de manejarnos mejor, llegar a
acuerdos que resulten eficaces y trabajar de una manera más práctica y humana”.
Pero mucho me temo que, siendo realistas, Cataluña también es demasiado
complicada, la ciudad de Barcelona sigue siendo demasiado compleja, el barrio
de Sants es muy difícil, mi comunidad de vecinos es la repera, e, incluso,
posiblemente, hasta yo mismo sea mucho más complejo de lo que pienso ¿Me
conozco realmente a mi mismo? ¿Por qué no empezamos por ahí? Parémonos un
momento, meditemos en calma, en paz y en silencio, miremos dentro de nosotros
mismos, liberémonos del autoengaño del “ego”, no caigamos en las redes de los
excesivos apegos, si somos capaces de desnudar nuestra alma de todos esos
pesados ropajes superficiales, veremos que, en realidad, en lo más profundo de
nuestro ser, somos una pequeña llama de luz y amor que está profundamente
interconectada (forma un todo) con el resto de llamas de los demás seres vivos
y, todos juntos, formamos un enorme fuego universal que trasciende todos los
niveles humanos y territoriales que podamos imaginar.
Resuena en el sombrero: “Llévame muy lejos”.- Amaral (Zaragoza (España), 2015).
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