Vivir a la orilla del mar, a ser posible en primera línea de playa, es algo deseable para la inmensa mayoría de la gente, sobre todo si se trata de un mar relativamente tranquilo y apacible como es nuestro querido “Mare Nostrum” Mediterráneo, al que cantó magistralmente Serrat.
Sin embargo, para la mayoría de los seres vivos la orilla del mar es un lugar bastante peligroso e inhóspito, ya que el suelo suele estar formado por acantilados rocosos, playas y dunas de arena, azotadas por vientos salinos procedentes del mar, por lo que se trata de unos sustratos con escasa capacidad de retención de agua, muy pobres en nutrientes y con cierto contenido de sal, sustancia esta que es tóxica para la mayoría de las plantas terrestres y dulceacuícolas. Además, las propias olas pueden afectarles en casos de fuertes tormentas y tsunamis.
Entonces, a parte de los pescadores, los turistas y los surfistas ¿Qué otros seres gustan o son capaces de vivir en la orilla del mar? Pues a los mamíferos marinos (nutrias, focas y leones marinos) y a las aves marinas como gaviotas, charranes, pagazas, pardelas, albatros, alcatraces, paíños, petreles, pelícanos y cormoranes, como el joven Cormorán moñudo de la 3ª foto, que se asoma al mar desde la repisa del alto acantilado que le ha visto nacer. Estas oscuras aves son capaces de bucear velozmente para perseguir y capturar a los peces en su propio medio, con el único arma que les confieren sus largos y ganchudos picos.
Los animales pueden moverse y nadar, las aves incluso pueden volar, por lo que les resulta relativamente fácil adaptarse al medio costero. Sin embargo, las plantas terrestres deben aguantar inmóviles las condiciones del lugar en el que han echado raíces, por lo que sólo determinadas especies pueden vivir en medios tan duros como son las dunas y acantilados marinos o en sus proximidades, ya que existe toda una gama de hábitats o ecosistemas situados en bandas o anillos, dependiendo de la distancia que les separa del límite superior de las mareas vivas más altas.
Árboles tan frugales y adaptables como el sufrido Pino carrasco (Pinus halepensis), pueden adquirir un porte inclinado, retorcido, en bandera o achaparrado, cuando viven muy cerca del borde del mar (ver 7ª foto). Al igual que sucede con otros arbolillos o arbustos como el Acebuche u Olivo silvestre (Olea europaea var. sylvestris), los Tarayes o Tamarices (Tamarix gallica y T. africana), el Aladierno (Rhamnus alaternus), el Romero (Rosmarinus officinalis) y el Lentisco (Pistacia lentiscus).
Los arbusto de cierto porte que aguantan una mayor proximidad al mar, pudiendo vivir en el cinturón exterior de las dunas costeras son la Sabina mora de las dunas (Juniperus phoenicea ssp. turbinata), el Enebro marítimo (Juniperus oxycedrus ssp. macrocarpa) y la Bufalaga marina (Thymelaea hirsuta), todos ellos con hojas escamosas y ramas flexibles, esta última, por su similitud y evolución convergente con respecto a las primeras (los Juniperus son gimnospermas, mucho más antiguas evolutivamente) podríamos calificarla como la angiosperma que quería ser sabina.
Algo más cerca del mar, ya no existe ningún árbol o arbusto que aguante, a lo sumo podemos encontrar pequeñas matas de cepa leñosa (sufrútices) como la Melera o Pegamoscas (Ononis natrix, foto 8ª), así llamada porque sus tallos y hojas están cubiertos por pelos y glándulas que segregan una sustancia pegajosa, sus flores son amarillas con nerviaciones rojas o violetas y el fruto es una pequeña legumbre. Habita en arenales y roquedos costeros secos y soleados.
Aún más resistente si cabe, resulta la Coca marina o Limonio (en las fotos 4ª, 5ª y 6ª se muestra la especie Limonium gibertii), que puede vivir en diminutas grietas de las rocas, al borde de los acantilados marinos, en secos arenales y en taludes margosos, donde parece increíble que pueda sobrevivir planta alguna. Para las especies de este curioso género, Limonium, de la familia de las Plumbagináceas, el Mediterráneo occidental constituye su principal núcleo de dispersión, por lo que existen multitud de especies adaptadas a los climas y suelos más duros, desde los bordes de las lagunas salinas continentales de la Mancha, las Bárdenas y los Monegros, en el interior, hasta las dunas, saladares y acantilados costeros, incluido los desiertos del Sureste peninsular.
Otras plantas comunes en los acantilados marinos son el Llantén estrellado (Plantago subulata) que forma almohadillas cespitosas entre las rocas; y el Hinojo marino (Crithmum maritimum), cuyos brotes tiernos pueden consumirse crudos para aromatizar ensaladas y pescados, con un suave aroma intermedio entre el auténtico Hinojo (Foeniculum vulgare) y la Zanahoria (Daucus carota), otras plantas de la misma familia (Umbelíferas).
En las dunas más próximas al mar (2º foto) viven únicamente plantas herbáceas especializadas en colonizar este hábitat, tales como el Narciso de mar (Pancratium maritimun), el Cardo marino (Eryngium maritimun), la Armeria pungens, el Plantago albicans, la Amnophila arenaria y otras plantas autóctonas cuya subsistencia se está viendo amenazada durante los últimos años por la expansión de especies exóticas invasoras como la Flor de cuchillo (Carpobrotus edulis y C. acinaciformis) y la Onagra o Hierba del Asno (Oenothera erythrosepala), cuyas vistosas flores amarillas pueden verse en primer plano de la 2º foto.
Fotos by Mad Hatter.
3 comentarios:
y yo si puedo, algun día, buscaré el mar también...
Un abrazo Julio
Hola. Besitos. Desde la orilla de otro mar más salvaje. No estoy mucho por los blogs últimamente, pero siempre te leo. Cosas de la vida que nos va llevando de un lado a otro como las olas del mar.
Un enorme abrazo, Mad.
Encantado de saludaros, Paco y Lula ¡Muchas gracias por la visita!
El mar nos atrae irresistiblemente, quizás sea porque toda la vida de nuestro planeta procede de él.
Se nota que me encanta la canción "Mediterráneo" de Serrat, sobre todo cuando dice aquello de: "Mi cuerpo será camino, le pondré verde a los pinos y amarillo a la genistaaaa...!
Bueno y Sabina tampoco está mal. Ya son varias las veces que he citado a la durísima y austera Sabina mora, pero es que los Limonium son un auténtico prodigio vegetal.
Abrazos para los dos, y poneros crema para no quemaros con el sol en la playa.
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