Ahí está tumbada al sol, la Lagartija ibérica (Podarcis hispanica). Ella no necesita crema bronceadora, ni gafas oscuras. Su especie lleva calentándose al sol desde la era de los dinosaurios, muchos millones de años antes de la aparición del ser humano sobre el planeta, y, a buen seguro, seguirá haciéndolo cuando nosotros nos hayamos ido.
Ella no sabe lo que es la crisis, no conoce a Zapatero, ni a Obama, no sabe lo que es un bolígrafo, ni un reloj, ni un coche, ni un móvil, ni un ordenador, ni siquiera sabe en qué siglo estamos, ni que vive en Europa, en la Península Ibérica, en un roquedo de cuarcitas a 1.300 metros de altitud.
Lo único que necesita es aire, sol, insectos para comer y una grieta en la roca para guarecerse, y si a la entrada tiene una acolchada alfombra dorada de musgo seco para tumbarse más cómodamente, pues mejor que mejor.
Hablando de insectos, esta mañana, nada más salir de su agujero, se topó con el gran Grillo campestre (Gryllus campestris), un pesado cabezón que no hace más que frotar sus bronceados élitros para emitir su incesante y monótono cri-cri. Demasiado grande para ella, aunque sus crías están muy ricas y tiernas.
Bajo los robles, corrían las arañas lobo (Lycosa) entre las hojas secas del suelo, cuyas hembras acarrean bajo su abdomen un precioso saco de huevos. Crujientes por fuera y jugosas por dentro ¡Yam!
Entre las zarzas, una oruga peluda se calentaba al sol, con la tranquilidad que le proporcionan sus colores negro y amarillo, que anuncian su toxicidad y sus pelos urticantes.
Más tarde, se asomó a la roca que cae a plomo sobre la charca, en la que le pareció verse reflejada en el fondo, pero resultó ser su antiguo pariente el Tritón palmeado (Triturus helveticus), del que la leyenda cuenta que procede la misma estirpe reptiliana de las lagartijas, cuando estos anfibios cubrieron su fina piel con duras escamas que les permitieron soportar las radiaciones y la deshidratación que supone abandonar el acogedor seno acuático para conquistar la tierra firme, seca y hostil.
Algún día de primavera, si los monstruos alados del cielo y los dragones venenosos sin patas no lo impiden, se encontrará con uno de esos pesados congéneres del sexo opuesto, que la perseguirá implacablemente, la morderá en el cuello y ambos entrelazarán sus colas. Durante unos instantes, sentirán ese deseo universal de fusión con el otro, pero él se irá y la dejará con su carga de huevos fecundados, que ella sabrá poner a buen recaudo, para que nazcan nuevas lagartijas que puedan seguir tumbándose al sol sobre esa misma roca cubierta de musgo seco. Y así hasta que el sol se apague o las rocas se fundan.
Fotos tomadas por Mad Hatter en la Sierra de Cameros (mayo-junio de 2010), de arriba abajo: Lagartija ibérica (Podarcis hispanica); Grillo campestre (Gryllus campestris); Araña lobo o corredora (Lycosa sp.); Oruga joven de Pavón chico (Saturnia pavonia); Tritón palmeado (Triturus helveticus).
8 comentarios:
Las fotos son un espectáculo precioso y el post está genial.
Un saludo.
Muchas gracias y bienvenida, Lila.
Jo! Hay que ver lo bien que cocináis todos y todas.
Saludos para ti y para tu negrito venezolano de 180 cm.
Abrazos.
preciosa zarandilla, en Aragón donde vivo así se han llamado siempre, a mi me gusta observarlas pero no tocarlas me dan repulsión los reptiles, debería superarlo pero de momento con mirarlos me conformo, creo que el temor es mutuo, porque al igual que yo los ahuyento cuando salto a caminar,ellos también consiguen asustarme con su huir escurridizo y ligero. A los lagartos los llamamos zardachos, estos últimos son ahora tan poco numerosos que desgraciadamente no tengo ocasión de que me asusten. Mis hijas aman los grillos, y si cogen lagartijas, ahhh las arañas eso no ellas tienen otras fobias. Arqui.
Yo es que los bichos...aunque la historia como la has contado es preciosa, cama de musgo (no la tienda tan cara que conocemos) incluída...
Pero estaría a grito pelado cada vez que me encuentre con uno de estos amigos tuyos por mi camino...bss-
Ayyyy... estos urbanitas ¡Pero si son totalmente inofensivos! El más raro o escaso de los que salen en las fotos quizás sea el Tritón paleado que habita abrevaderos con ova y charcas de aguas limpias, lugares cada vez menos frecuentes.
Mi hija se volvía loca con ellos, al igual que con las ranas, cogimos dos, aunque la foto salió algo desenfocada, luego las soltamos, claro.
Besos.
Te veo comprandote un objetivo macro como nuestro amigo LM (ahora Paco Amor) y macreando por los bosques...
Cada vez me gustan mas
Pero la oruga peluda producirá urticaria al menos.
Quien le puso el apellido de "apaleado"? desde luego...
Esta mañana me acordaba de la cantidad de cosas de esas que nos enseñaba mi padre de pequeños...yo como que no sé me parecía un poco de aventuras eso de ir al campo o al monte a ver cosas...era emocionante.
Gracias "F.B.".
Pues tengo que buscar esa oruga en un libro de orugas que hay por la oficina, pero no la toqué para comprobarlo, "Wood". No cojo lo del apellido de "apaleado" ¿A qué te refieres?
Es cierto que cada vez que se sale al campo es como una pequeña aventura, y nunca es igual aunque se vaya a los mismos sitios.
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