Las coníferas son famosas por su resistencia
al frío, principales habitantes de la extensa taiga, bosque circumboreal
compuesto principalmente por especies de hoja perenne que soportan las bajas
temperaturas gracias a los anticongelantes resinosos con que cuentan sus duras
acículas.
Sin embargo, cuando las condiciones son aún más extremas, hay algunas coníferas que han conseguido adaptarse haciéndose caducifolias, por lo que sus hojas toman en otoño unos bellos colores amarillos y ambarinos, que resultan ciertamente raros e inusuales de ver sobre una conífera, se trata de los Alerces (género Larix).
En Japón, el árbol más famoso y representativo es, sin duda, el cerezo(sakura), cuya vistosa floración primaveral constituye un espectáculo que se ha
convertido en una fiesta nacional con un gran atractivo turístico. Sin embargo,
en otoño poca gente se acuerda del más austero y frugal alerce (Karamatsu,
Larix kaempferi) que llena de color ámbar las oscuras laderas de roca volcánica
del Monte Fuji (1ª foto).
La especie europea es Larix decidua, que habita los Alpes y otras montañas
centroeropeas, donde soporta temperaturas inferiores a -50ºC bajo cero a
altitudes de 2.000 m., en el límite superior del arbolado, existiendo
poblaciones disjuntas en el Norte de Polonia y el Sur de Lituania. Se
diferencia del Alerce japonés por sus conos o piñas ligeramente más grandes,
provistas de escamas rectas (2ª foto), mientras que L. kaempferi las tiene con
sus extremos revirados hacia abajo.
La madera del alerce es muy apreciada por su dureza, color rojizo, está impregnada
de resina con un suave olor a limón, que hace que sea prácticamente
incorruptible. Se ha utilizado para la construcción de barcos y casas, e
incluso en Suiza y algunas partes de Alemania se fabrican con ella toneles o
barricas en las que se conserva perfectamente el vino.
Quizás encandilado por la belleza, la dureza y el valor de la madera de
este árbol, el Duque de Atholl plantó, en 1.885, once
alerces japoneses cerca de dos alerces europeos, en su finca próxima a Dunkeld
House (Escocia). Cuando se hicieron adultos y comenzaron a producir semilla, la
recolectaron y la sembraron. En 1904, observaron que los jóvenes plantones eran
excepcionalmente vigorosos y tenía troncos de un color más pálido. Por eso, a
este Alerce híbrido (Larix x eurolepis) a veces se le llama Alerce de Dunkeld.
Este árbol debió ponerse de moda entre los Servicios Forestales de toda
Europa, a principios y mediados del siglo XX, por lo que se utilizó para
repoblar numerosas zonas, entre ellas algunas montañas del Norte de la
Península Ibérica, resultado de lo cual, en La Rioja, actualmente contamos 226
Ha. en las que el Alerce es la especie principal y otras 282 Ha., en las que
actúa como especie acompañante, principalmente en diversas zonas de las Sierras
de la Demanda y los Cameros (la 3ª foto está tomada en el Puerto de Piqueras).
Las piñas de este Alerce híbrido son de características intermedias entre
el japonés y el europeo, de sus semillas se alimenta el pájaro Piquituerto, y con sus raíces se asocia (forma micorrizas) un hongo exclusivo de este árbol como es el Suillus grevillei (4ª
foto).
Entre las plagas que de vez en cuando atacan a esta conífera, tenemos el
microlepidóptero Coleophora laricella, que esta primavera ha defoliado 30 Ha.
en dos zonas de la Sierra de la Demanda riojana (Ezcaray y Valgañón). Las
diminutas larvas se refugian en estuches y se alimentan de la parte distal de
las acículas durante los meses de mayo y junio (5ª foto), si bien la inmensa
mayoría de los árboles vuelven a rebrotar sin problemas durante el resto del
verano.
Resulta evidente que esta especie se encuentra en las montañas riojanas en
el límite de su rango ecológico, por lo que las masas presentan un estado y un desarrollo
muy inferiores a los que cabría esperar cuando fueron plantados, no existiendo
regeneración natural, si bien, junto a Abedules (Betula alba), Hayas (Fagus sylvatica) y Serbales (Sorbus aucuparia), aportan cierto colorido otoñal a estos inhóspitos parajes, en contraste con el verde oscuro de los Pinos negros (Pinus uncinata), los Pinos
silvestres (P. sylvestris) y las Piceas (Picea abies), contribuyendo a aumentar
la biodiversidad, tanto con sus propias poblaciones como mediante su cohorte de
hongos e insectos asociados.
Otra conífera alóctona, en este caso norteamericana, con la que se ha
repoblado mucha más superficie en La Rioja, es el Abeto Douglas o Pino de
Oregón (Pseudotsuga menziessi). Resuena en el sombrero: “Portland, Oregon”.- Loretta Lynn y Jack White (Kentucky (USA), 2004).
Todas las fotos by Mad Hatter, excepto la 1ª y la 2ª.
2 comentarios:
El Alerce es un árbol que siempre me ha gustado mucho.
No solamente es precioso con su color otoñal. Es una maravilla en primavera cuando brota con un verde muy bonito que resalta cuando está en compañía de los oscuros abetos.
Es muy interesante tu blog.
Saludos
Totalmente de acuerdo contigo Erna, es un verde muy tierno que, junto con el delicado entramado que estructura su esbelto follaje, contrasta con la dureza de los parajes en los que habita.
Muchas gracias y saludos.
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