martes, marzo 12, 2013

ABRÁZAME


No me extraña que Sean Penn se enamorara de ella, Robin Wright es una de las bellezas más sobrias y elegantes que he visto nunca, sobre todo en la película “Loved” (“Por amor”), dirigida en 1997 por Erin Dignam y que fue coproducida por el propio Sean, quien también sale en un breve pero desconcertante papel al principio del largometraje.

Hedda, el personaje que interpreta Robin, tiene esa turbadora belleza propia de los supervivientes, lograda a fuerza de ser pulimentada por la dolorosa fragmentación del ser humano y su posterior reconstrucción, dura, lenta, redentora y purificadora. Y digo ser humano a propósito, ya que es aplicable tanto a hombres como a mujeres, como refleja el look un tanto andrógino que luce Robin en esta película.

La historia que cuenta versa sobre el desgarrador problema de la violencia doméstica (la mal llamada “violencia de género”), en una de sus facetas más complejas, los serios trastornos y las graves consecuencias que produce el exceso de apego, entrega y dependencia entre las personas que forman una pareja, sobre todo cuando se trata de personas fragmentadas por un sistema dominado por el individualismo, el hedonismo, la comodidad, el materialismo, la inmediatez y los impulsos, un sistema que genera descohesión social, desconfianza, desesperación, frustración y violencia entre las personas.

Las formas de violencia doméstica son innumerables, es cierto que la más frecuente es la producida por el desmedido y enfermizo afán de posesión que ciertos hombres ejercen de manera machista y cruel sobre las mujeres (lo que siempre se ha llamado “crimen pasional”); pero también existe la violencia o la tortura ejercida por determinadas mujeres sobre los hombres, generalmente no de una forma física, sino psicológica y mucho más sofisticada y sutil que la que surge de la mente simple y de los instintos primarios más propios del varón. Y luego está aquella otra violencia que ejercen los hijos contra los padres y viceversa.

Si bien, ante todo, hay que dejar muy claro que, en este asunto, no valen los estereotipos ni las generalizaciones, que están haciendo mucho daño en nuestra sociedad, sino que hay que estudiar cada caso en detalle y con profundidad, para poder tomar medidas o realizar terapias que resulten realmente positivas y eficaces. Cada pareja, cada persona es un mundo, con sus características, matices y circunstancias propias.

El problema se complica mucho más cuando pretendemos solucionarlo principalmente mediante leyes, ya que suele cumplirse la “ley del péndulo” y frecuentemente “pagan justos por pecadores”.

Si lo que se pretende es ser justos y solucionar un problema, no debería haber lugar para las “revanchas históricas”, justificadas como una supuesta compensación en pago al tremendo machismo que sufren y han sufrido las mujeres durante siglos, ya que eso contribuye a perpetuar la “guerra de sexos”, no resolviendo el problema sino limitándose a dar la vuelta a la tortilla (ley del péndulo), de manera que se vuelve a crear una nueva injusticia sistémica e histórica, solo que en este caso las principales víctimas son los hombres. Es decir, resulta profundamente injusto y cruel que ahora se diga algo similar a lo siguiente: “Bueno, como las mujeres han sufrido durante siglos el maltrato de los hombres, ahora les toca a ellos que sean los que sufran”. Esto va claramente en contra de los principios jurídicos de “presunción de inocencia” e “igualdad de derechos entre los sexos” ¿Qué culpa tienen los nietos de los errores cometidos por sus abuelos, bisabuelos y tatarabuelos?

La solución al problema es extraordinariamente compleja, partiendo del hecho de que una de las características de nuestra sociedad es que tendemos a fragmentar y analizar los problemas de manera aislada e individual, mediante especialistas en cada una de las materias, mientras que la realidad del mundo es “integral” y en ella todo esta conectado e interrelacionado. Es imposible que no exista violencia en un mundo superpoblado por personas egoístas e impacientes, un mundo insostenible ecológica y económicamente, que nos aturde por saturación de estímulos y por un constante cambio a una velocidad inusitada, que nos impide asimilar toda esa información y todos esos cambios; un mundo socialmente injusto, en el que prevalece la voluntad de los más fuertes sobre los débiles, y me da igual que vivamos en un supuesto “estado de derecho, libre y democrático”.

La única solución es que aprendamos de nuevo a amar, empezando por nosotros mismos y continuando por nuestra familia, nuestros amigos, nuestros conciudadanos, el ser humano, los animales, las plantas, el suelo, el agua, el aire, la Tierra y todo el universo.

Cuando dejemos de “amar al amor”, a nuestro ego y a otras entelequias creadas por nuestra mente y comencemos a amar nuestro verdadero yo y a los demás seres con los que compartimos la vida, de una forma verdaderamente real y objetiva, nos acercaremos hacia la auténtica belleza interior, ayudaremos a los demás y permitiremos que los demás nos ayuden.

Cuando Hedda (Robin Wright) se acerca nadando al borde de la piscina, tiende su mano y ésta se encuentra con la de K.D. (William Hurt)… “arde sobre mojado”.

Resuena en el sombrero: “Arde sobre mojado”.- Dorian (Barcelona, 2013); y “To be loved”.- The Pentagons (San Bernardino (L.A., California), 1961). Esta última canción ya salió en la excelente version que hizo Brian Setzer.

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