jueves, enero 03, 2013

DE LA MINA A LAS PASARELAS





El primer antecedente de las prendas vaqueras aparece en Génova (Italia) en el siglo XII, el fustaneum (“fustán” o “fustán genovés”; conocido como "gene" en Francia (de Gênes, Génova en francés), de donde derivó en Inglaterra a "jene" y "jean"), por ser originario de Al-Fustat (Egipto), en el tiempo en que ésta era una república independiente y una potencia naval. Se trataba de un tejido resistente de algodón. Los primeros vaqueros se hicieron para la armada genovesa, porque necesitaban un pantalón de todo-uso para sus marineros que pudiera llevarse tanto seco como mojado, y cuyas perneras se pudieran remangar fácilmente para no entorpecer las piernas al limpiar la cubierta ni para nadar. Estos pantalones se podían lavar arrastrándolos en grandes redes bajo el barco y el agua marina los dejaba blancos. Poco después los genoveses se encargaron de teñir la tela en un característico color azul índigo procedente de la India.

Los pantalones vaqueros se desarrollaron en Estados Unidos alrededor de 1872. Levi Strauss era por entonces un comerciante que vivía en San Francisco, pensó en utilizar las lonas que se utilizaban en la fabricación de tiendas de campaña para hacer ropas de trabajo a los mineros (por cierto en el fabuloso vídeo que sale en el enlace anterior Jack White no lleva vaqueros para acompañar a una trajeada Loretta Lynn ¡Imperdonable Jack!), ropas que resistieran la vida a la intemperie y el peso en los bolsillos del mineral encontrado, eran todos del color marrón usado para las tiendas y sin bolsillos traseros. Pero se trataba de una tela demasiado dura y basta, incluso para los mineros, por lo que pronto fue sustituida por otra tela gruesa de algodón conocida como “denim”, por derivación de “Sarga de Nimes” (originaria de la ciudad francesa de Nîmes).

Uno de los clientes de Levi Strauss, un sastre que le compraba rollos de tela llamado Jacob Davis, cansado de comprar tela para remendar los pantalones rotos, pensó en reforzarlos con remaches de cobre en algunos puntos de especial tensión, tales como los extremos de los bolsillos o la base de la bragueta. Como Jacobs no tenía dinero para patentar la idea, le propuso a Levi hacer negocios juntos. Levi aceptó y el 20 de mayo de 1873 recibieron la patente #139,121 de la Oficina de patentes y marcas estadounidenses y nació el vaquero tal y como lo conocemos.

Este tipo de pantalón fue alcanzando gran popularidad como ropa de trabajo. En 1934 se crearon los primeros jeans femeninos (ver segunda foto).

En los años 50, muchos jóvenes seguidores del recientemente aparecido estilo musical conocido como rock and roll, adoptaron los jeans como símbolo de sutil rebeldía, hasta el punto que en algunos cines se prohibió la entrada a las personas que llevasen esta prenda subversiva, la cual fue puesta de moda por actores como James Dean.

Los jeans se extendieron por los países de influencia americana, al igual que el chicle, la Coca-cola y el rock´n´roll, principalmente a través del personal destinado en las bases militares, o bien por proximidad geográfica, como es el caso del Norte de México, donde floreció la llamada cultura Tex-Mex, cuya música es una mezcla de las polcas tejanas con las rancheras mejicanas. Uno de sus acordeonistas más representativos, como es Flaco Jiménez (hijo del legendario Santiago Jiménez) dejó plasmado en una alegre canción el momento histórico (suponemos que a finales de los 50) en el que las chicas comenzaron a llevar jeans: “El Pantalón Blue Jean”.

Sorprendentemente, los jeans han formado y forman parte del atuendo de todas las “tribus urbanas” surgidas desde la aparición del rock y la música pop en sus múltiples variantes y corrientes: rockers, mods, hippies, heavys, punks, skins, raperos, etc.

En España, debido a la autarquía impuesta por la dictadura de Franco era casi imposible conseguir unos jeans de importación. No sería hasta 1952 cuando un industrial valenciano, Sáez Merino, estableció una modesta factoría en la localidad alicantina de Cheste, donde se empezaron a fabricar los primeros jeans autóctonos, los “Lois”, obviamente inspirados en los “Levi´s”, a los que pronto les salió un competidor, la marca catalana “Rok”, inspirada a su vez en los “Lee”. Hasta bien entrados los 60, el vaquero en España nunca fue popular, pues para nuestra mentalidad se asociaba a gamberros, roqueros, maletillas, golfillos y otras gentes de mal vivir.

A medida que se sucedían los Planes de Desarrollo y el gran invento del turismo, el uso de esta prenda se empezó a generalizar como ropa de sport. Fue en la década posterior (los 70), cuando los “Lois” verdaderamente triunfaron, el logo original del nombre se estilizó y se le añadió el torito de marras, aparecieron los “Lois” lavados y sanforizados y, sobre todo, nacieron los “Lois Happy” fabricados en pana y de pata de elefante, que marcaron a toda una generación, mientras que “Rok” se mantenía prácticamente con las cazadoras vaqueras y sus más que aceptables vaqueritos (hoy en día auténticas joyas de coleccionista), así como suministrando ropa de faena al ejército español.

No fue hasta una fecha tan tardía como 1973, cuando el “Corte Inglés” empezó a importar “Levi´s 501”, al astronómico precio de 960 pts. Desde ese mismo momento, más por el precio y la exclusividad que por su calidad, se convierte en el pantalón pijo por excelencia que, junto a los castellanos y la chemise “Lacoste” formaron el equipo básico de, por ejemplo, una joven Botella. Pero la importación “legal” duró muy poco y los “Levi´s” desaparecieron de las tiendas, teniendo que recurris a particulares que los traían de extrangis, dando lugar a ese menudeo tan nuestro de leyendas urbanas sobre formas de lo más peregrinas para conseguir unos “Levi´s”, como por ejemplo se llegó a decir que en los aeropuertos norteamericanos había máquinas automáticas que por dos talegos de expedían tus 501.

No sería hasta 1982, cuando por fin la multinacional se estableció en España, concretamente en Barcelona. De pronto el mercado nacional se vio inundado de “Levi´s”, pero a unos precios de choque que oscilaban entre las diez mil y quince mil pesetas. Aprovechando en período de sequía de “Levi´s”, “Lee” y “Wrangler” desembarcaron en nuestro país a mediados de los años setenta, siendo las marcas que vistieron de vaquero a lña juventud de la época. Algunos “Wrangler” se habían fabricado en España durante los 60, en Barcelona, concretamente el modelo “Blue Bell” de los años 50, pero más estrecha la campana, más rectos, la etiqueta era más grande, en la que aparecían dos campanas y tenían seis trabillas, en dos colores: azul y blanco. Una auténtica preciosidad que, si en nuestro país hubiera una mínima querencia por el coleccionismo, se pagarían por ellos verdaderas fortunas. Aparte de este stock de leyenda, los “Wranglers” comunes en los 70 se importaban de Inglaterra y estaban fabricados en Malta.

Lee” se fabricaba en España y el modelo elegido era el clásico y socorrido “201”. Otras marcas de vaqueros autóctonos fueron: Winston, Marlboro, Larri, Rigan, Tonos, Lewis, Jesús, New Caro´s, Alton, Old Chap; los “Cimarrón”, que inmortalizara Pepe Domingo Castaño, como hizo Serrat con los “Kansas”, todos ellos ridículos y espantosos, pero gloria bendita al lado de lo que se nos vendría encima después: los vaqueros de hipermercado, como los Soviets, Basics, Republic Aviation, New Territorios, Texas, Flanagan, etc.

Por no hablar de los famosos “CK´s” que llevaba Michael Knight en el “Coche Fantástico” o la familia Ewing al completo en la serie “Dallas”.

Los creadores de la alta y la baja costura italiana tuvieron la genial idea de adaptar su tradicional pantalón globo y con caída a la tela vaquera, con el funesto resultado final que todos conocemos: Liberto´s, Pepe´s, Furio´s, etc.

En 1976, un grupo de jóvenes melenudos neoyorquinos, pioneros del “punk”, salieron en la portada de su primer disco (ver tercera foto) luciendo sus desgastados y harapientos vaqueros, los del cantante, Joey Ramone, tenían incluso un conspicuo roto, a la altura de la rodilla, cosa que entonces resultaba tremendamente antiestética y provocativa.

En 1979, Calvin Klein creó el vaquero de alta costura, el mismo que lucía Brooke Shields en aquel famoso anuncio en el que daba a entender que no había nada entre ella y sus vaqueros.

Pocas décadas después, las modelos desfilan por las pasarelas más prestigiosas llevando “sofisticados” jeans rotos y deshilachados “con estilo”, salpicados algunos con tachuelas de metales preciosos, pedrería o lentejuelas, diseñados en tres dimensiones por ordenadores de última generación.

Un indicativo de la sofisticación experimentada por los vaqueros, que inicialmente había nacido como una prenda de lo más rústica, es el hecho de que en 1984 David Bowie cantara el tema “Blue Jean” incluido en su álbum “Tonight”.

Se buscaban nuevos tejidos high tech para darle un aspecto de cualquier cosa, menos de vaquero, llegándose a excentricidades tales como confeccionar vaqueros en neopreno o lycra plateada. En los 90, los vaqueros parecían haber muerto, algún famoso modisto dijo que eran lo “peor” y que ya no se llevaban. Ni corta ni perezosa, la firma “Levi´s” hizo un estudio de mercado y llegó a la conclusión que la gente ya no quería vaqueros sino “dockers”, por los que la compañía apostó muy fuerte, tanto como para poner a la mitad de sus factorías a coser "dockers". Sin embargo, el resultado fue un fracaso estrepitoso, que obligó a la multinacional a cerrar fábricas y a prescindir de los servicios de muchos empleados. En medio de esta seria crisis, la salvación vino de parte de la filial japonesa, que tuvo la feliz ocurrencia de fabricar unos "501 vintage" (de época), o sea, una recreación de, se supone, los patrones y los tejidos de los modelos clásicos. La firma que fundara el prócer de San Francisco estuvo a punto de irse al garete por, aventuramos, un equipo muy joven, con ideas nuevas y que decidieron renovar por completo los productos de la casa con inventos como los dockers, la etiqueta plateada (el equivalente a los vaqueros de diseño europeos) y una campaña de publicidad muy agresiva. La solución nipona, que no sería otra que la de "¿Por qué simplemente no nos dedicamos a sacar nuestros productos clásicos, por los que los coleccionistas de medio mundo pagan cantidades ingentes de dinero?", tuvo como resultado la llamada línea "Levi´s Vintage", con modelos legendarios como las cazadoras de los cincuenta o los pantalones "501 XX" o los "staprest" a precios ultracaros.

Esta fiebre por recuperar los clásicos dio lugar a cosas como un concurso patrocinado por Levi´s para encontrar el par de pantalones más antiguo que se conservara, dando como premio veinticinco mil dólares, que ganó una señora californiana que poseía unos pantalones Levi´s de 1890 los cuales habían sido encontrados en una mina abandonada de Colorado en el 1948 (primera foto).

Debido al éxito de esta vuelta a las raíces, las demás marcas con historia hicieron lo propio, echaron la vista atrás y la moda revival de los noventa regresó al denim. Hasta la mismísima Lois ha resucitado sus viejos modelos de los años sesenta, haciendo un increíble catálogo de modelos en los que cabe destacar los "Yoko-B", recreación de los pantalones de 1973 y el pantalón "Rodeo" (Man) y el "Sally" (Woman), de 1967.

Como vemos, el círculo parece haberse cerrado, con esta vuelta a las raíces los jeans han demostrado ser prácticamente inmortales e incombustibles ¿Cuál será su futuro?

Resuenan en el sombrero: “El Pantalón Blue Jean”.- Flaco Jiménez (San Antonio (Texas), 1958?). Y “Blue Jean”.- David Bowie (London (UK), 1984).

No hay comentarios: