lunes, octubre 13, 2008

Querida paciencia impaciente



"La paciencia es una flor que no florece en todos los jardines". Esta frase fue ideada por el prolífico autor de frases célebres, el escritor inglés del siglo XVI John Heywood.

Sobre la paciencia también hay otra bonita frase anónima que dice: "La paciencia es una planta de raíces muy amargas, pero de frutos muy dulces".

Por "hierba de la paciencia" se conoce vulgarmente a la Poligonácea Rumex patientia, muy parecida a la Romaza (R. obtusifolius, R. crispus) y a la Acedera (R. acetosa). Pero su poético nombre no le viene porque esta planta sirva para potenciar esta valiosa virtud, sino porque la raíz es considerada como un laxante seguro, aunque de acción tan lenta que hay que esperar varias semanas para notar sus efectos. También es antianémica (por su alto contenido en hierro), depurativa, diurética y cicatrizante.

En alguna ocasión he hablado sobre la atracción que siento por las "flores de otoño". Curiosamente, el pasado día del Pilar observé, en un solar de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), una bonita flor que, según parece, sí que se utiliza para fortalecer la paciencia, aunque, paradójicamente, se la conoce por Impaciencia o "Nometoques" (Impatiens balfourii) (en la primera foto). Se trata de una bonita planta cuyo nombre vulgar proviene por el hecho de que sus frutos son unas cápsulas provistas de una especie de gatillo que se dispara al más mínimo roce, produciendo la apertura violenta de la cápsula, la cual estalla diseminando las semillas en un radio bastante amplio, alrededor de la planta. Se trata de una especie exótica que, debido a su belleza y a su gran capacidad de diseminación, se ha asilvestrado en muchas zonas, siendo considerada una plaga o mala hierba invasora.

Esta planta pertenece a la familia de las Balsamináceas, si bien la vistosidad de sus flores zigomorfas hace que, en ocasiones, pueda ser confundida con alguna especie de orquídea. Aunque no todas las orquídeas poseen flores llamativas o vistosas, tal es el caso de una pequeña florecilla que sale al principio del otoño en los céspedes y prados europeos, se trata de la modesta Spiranthes spiralis (en la segunda foto). Esta planta tiene una diminuta roseta de hojas basales, a ras del suelo, casi semienterradas, de cuyo centro emerge un esbelto vástago recorrido de cabo a rabo por una fila de diminutas flores blanquecinas, colocadas en espiral, de forma que las mariposas nocturnas que las polinizan encuentran todo un filón de pequeñas dosis de néctar colocadas cómodamente en espiral, si bien hay tantas juntas que los insectos deben armarse de paciencia para recorrer todas y cada una de ellas.

En fin, como también suele decirse: "La paciencia es la madre de la ciencia".

Resuena en el sombrero: "Dear prudence", canción de los Beatles, que Siouxsie & the Banshees versionearon en 1983.

Especialmente dedicada a "Wodehouse" (¡Felicidades Pilar!) y a los siniestrillos de Santo Domingo de la Calzada, porque hay que ver el museo que tienen en la famosa Catedral "con la gallina y el gallo", repleto de espeluznantes imágenes, reliquias, pinturas, artilugios y otros restos arqueológicos.

miércoles, octubre 08, 2008

Flecha Negra


El lunes hicimos, mejor dicho hizo el piloto (yo me limité a supervisar desde tierra), el tratamiento aéreo de fumigación contra la procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) en 936 hectáreas de pinares de La Rioja, utilizando un producto ecológico a base de toxinas y esporas de la bacteria Bacillus thuringiensis, parásita de las larvas de lepidópteros. Con tan mala suerte, que los días siguientes está lloviendo, por lo que el tratamiento es posible que haya perdido algo de efectividad, al lavarse el producto con la lluvia.

Cuando estaba esperando la llegada del avión, junto a la carretera de subida al Monasterio de Suso, en San Millán de la Cogolla (la cuna del castellano y del euskera escritos, en el monasterio más grande de abajo, el de Yuso, es donde se encuentran las famosas "Glosas Emilianenses"), de repente escuché como si una flecha cayese vertiginosamente desde el cielo por detrás de mi, al girarme pude ver algo parecido a la foto de arriba, una especie de veloz dardo negruzco que se lanzaba sobre una infeliz golondrina que revoloteaba desprevenida por encima del prado cercano, en busca de unos pocos mosquitos que llevarse al buche, y que le ayudasen a reponer fuerzas para su largo viaje al África subsahariana, en una despejada y fresca mañana al inicio del otoño.

El fulminante dardo negro era un Alcotán (Falco subbuteo), precioso y audaz halconcillo que, en esta ocasión, falló su ataque sobre la golondrina, y que ya ha sido objeto de alguna entrada anterior. Y que no es de color negro, sino que tiene el dorso de color gris pizarra, el pecho blanco con estrías negras, el vientre rojizo y en la cara luce unas preciosas bigoteras negras, características de muchos halcones (Falcónidos). Si bien, bajo la tenue luz del amanecer otoñal, la estilizada silueta de esta fascinante ave adquiere unas tonalidades un tanto sombrías y oscuras, que le confieren el aspecto de una elegante flecha negra.

Se trata de la única ave de presa capaz de capturar en vuelo a los velocísimos vencejos, golondrinas y otros pajarillos, así como libélulas y otros insectos voladores. En el caso de éstos últimos, ni siquiera se toma la molestia de tomar tierra en un posadero para trocearlos y engullirlos, sino que es capaz de llevárselos al pico con una de sus estilizadas garras, para devorarlos en pleno vuelo.

Resulta muy curioso cómo el destino a unido la aeronáutica humana o artificial con unas criaturas naturales voladoras tan bellas y prodigiosas como son los halcones y otras rapaces (Falconiformes), ya que es bien conocido que casi todos los aeropuertos del mundo disponen de un servicio de cetreros equipados con aves de presa, al objeto de espantar a la fauna silvestre que pudiera ocasionar algún accidente en el tráfico aéreo.

Lo cierto es que, pese a los vertiginosos avances de la ciencia y la tecnología, al final seguimos dependiendo de los mismos animales de los que nos venimos sirviendo desde la Edad Media: perros, halcones y abejas, entre otros.

Decir también que el vuelo de fumigación de plagas es de los más peligrosos, más incluso que el de la extinción de incendios, debido a que tienen que volar durante muchas horas a muy baja altura sobre el suelo. Al margen de las frecuentes quejas de los propietarios de terrenos o colmenas próximas, quienes a menudo recelan del efecto que los productos fitosanitarios, que inevitablemente pueden derivar algo por la acción del viento, pueden tener sobre sus cultivos, pastos o abejas. Todo ello, unido a la vida nómada de trotamundos que llevan estos pilotos, hace que ese oficio se encuentre en vías de extinción.

¡Muchas gracias Juan Antonio! Eres un auténtico as de la aviación acrobática de la fumigación aérea.

Resuena en el sombrero: El rugir de los motores de un AT-502 rompiendo el silencio de una mañana otoñal (ver segunda foto).

viernes, octubre 03, 2008

Río Rojo


Estos días, el agua del Ebro vuelve a bajar turbia, casi roja, y no es debido a las tormentas, no es un rojo de barro, sino un rojo de color vino y sangre.

La recién clausurada Expo de Zaragoza, también a orillas del Ebro, nos recordó que el agua es vida. El agua del Alto Ebro se filtra en las tierras rojas de La Rioja para convertirse en vino, tras absorber el calor del sol en los pámpanos de las viñas. Vino rojo, vino tinto que llena las copas y acaricia los labios de los amantes, antes de pasar a formar parte de su sangre y correr por sus venas, impulsada por sus agitados corazones.

Más abajo, en los escarpados y ásperos puertos de Tortosa y Beceite, el agua de lluvia se filtra en el esponjoso suelo del bosque, donde es absorbida con avidez por los sedientos micelios de las setas que lloran sangre de rojo pasión, unos extraños hongos aphylophorales, emparentados con las lenguas de gato (Hydnum), denominados Hydnellum ferrugineum (en la foto de arriba), que añaden el fulgor de sus lágrimas de color carmín apasionado a las aguas turbulentas de los torrentes que descienden hacia el gran río, haciéndolo aún más grande, aún más rojo.

Y todavía más abajo, en las tierras llanas del Baix Ebre, ese mismo agua hace crecer las espigas del arroz durante el cálido verano, espigas doradas que encierran el preciado grano blanco que es cosechado día y noche, casi sin descanso y, curiosamente, casi al mismo tiempo que, aguas arriba, se van vendimiando los negros racimos de las garnachas y tempranillos, de una forma más tranquila y sosegada, sin prisa pero sin pausa.

Estos son los frutos de la conjunción del aire con el sol, del agua y la tierra, del amor y los calores estivales, del alto y del bajo Ebro, con el hilo conductor de ese querido "río rojo" que nos lleva, hilvanados por las suaves manos desnudas de la bella tarraconense Eva, bajo el amplio sombrero protector de este riojano loco de amor.

Sí, cerrad la boca, dejad de frotaros los ojos, habéis leído bien, lo cierto es que era un secreto a voces, el bombero loco y la modista "Evahumo", Mad y Eva, Eva y Mad por fin se encontraron, la suave seda oriental rozó el cuero curtido por los vientos del Oeste. La chispa saltó, el fuego prendió y la roja pasión manó a borbotones, en el seno de la blogsfera. Era inevitable, ambos estamos marcados por el hechizo del anillo de fuego, tocados por la locura del "Hombre de Negro", poseídos por el espíritu libre y rebelde de Pocahontas, con el elegante sentido del humor del gran Richard Hawley y por nuestras venas corre la sangre roja procedente del mismo agua, del mismo río rojo, del gran padre el río Ebro.

Resuena en el sombrero: "Blood Red River".- Beth Orton (Norfolk (UK), 1999).




Esta entrada, además de a mi adorada Eva al desnudo, lógicamente, está dedicada al amigo "Río Rojo", que fue quien me inoculó el veneno bloguero en las venas, así como al resto de amigos de la blogsfera, con mención especial para nuestra querida Carmen "Historias de la mala vida", quien colaboró especialmente y propició nuestro feliz encuentro, con aquellos divertidos juegos de adivinar a quien pertenecen los ojos y los labios ¿Os acordáis?